Conecto, interruptor de realidad en las entrañas, acaricio la bastilla, el deseo instinto, sangro la inmensidad del sexo, saliva y sangre. Y una serpiente se enrosca, zigzaguea jadeante y la observo. La bastilla en la punta de su cadera izquierda, retorcida, zarandeada, exhausta y ese sabor amargo en el esófago, en las ingles latentes que aprietan la incertidumbre, la soledad. Jadeos y pérdida de consciencia, separo la razón, juego a ser yo la que mira, la que deshace los enredos en la serpiente y jadea, juego a sexualizar el infinito, a desenredarme de lo cotidiano. Una mejilla untada en sangre, saliva en las greñas negras untadas, lamo y sangro por una torsión capilar de deseo, ronroneo el latido de una vulva, acaricio piel humana, me sostengo a los extremos de un folio y vuelo, lejos de mí, lejos de cuatro paredes, de una mancha de sangre, charco de la entraña, ejercicio de poeta, ser serpiente culebra que se enreda al sentimiento puro y cae.
Carmen
4 comentarios:
"ejercicio de poeta" que nos acerca a tu piel desenredandonos de lo cotidiano, de la costumbre, e invitandonos serpiente a diluirnos en tu sangre y tu palabra. 2009 besos Carmencita.
Mabel
En Carmen se cuelga Inés, Inés desviste a Carmen, y la prosa hierve y baña de vapor a la poeta.
Y gana el juego... ser serpiente culebra que se enreda al sentimiento puro y vuela...
carne de mujer y de poeta soy, carne...
besos mis niñas, os echo de menos
carmen
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