sábado, 19 de septiembre de 2009

Tiempo al tiempo


"...hibernan las manos
a la hora injusta"

Mabel Valero



Un reloj de cuero nos golpea y suda entre las manos,
amamos, aprendemos y ahuecamos cada almohada que se duerme en nuestro pelo.
Hablamos y entendemos, perdonamos y vivimos para ver la duda de mañana.
Juzgamos, consentimos, llegamos a bañarlo todo en las edades
y el reloj araña el tiempo que perdemos en buscarlo.
Nos restriega con su arena de reloj, vamos en sus manecillas,
su cristal nos guarda el punto de la cita sorda,
andamos con su sombra, la callamos y olvidamos al momento,
estamos en su esfera sin mirar,
en su tiempo, que se acaba cuando a él llegamos esculpidos.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Reloj de espaldas

...








Vuelve la ausencia a entregarse en los embozos
y vuelve a girar el contorno de la mirada en su ciclo de pupila adulterada.
El Tiempo se propaga límites.


Se propaga límites el Tiempo,
se engorda de días, de años
se propaga y los trasforma minúsculos
y segundos,
se fuma humo entre los dedos
y franquea las espaldas,
nos pasa por encima,
nos exilia muro y Berlín
bajo miradas de muralla atenta,
escolta tejedora de probables,
de acasos, de imposibles…

El Tiempo se propaga límites
acortando voluntades,
la agenda nos dispensa de toda culpa
nos acusa y culpa
de un todo que no antecede,
hibernan las manos
a la hora injusta,
se restan feudo de un reloj
que en la espalda nos cruje de huesos,
íncubo y fantasma publicándonos sin margen
al límite de un Tiempo que se propaga.

Mabel Valero

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Tarde de martes by Loredhi

with love


Hoy es martes, parece jueves, la semana está siendo tan larga. Demasiado frío para un mes de septiembre de año impar. Esta tarde amenaza lluvia. Tomo algo caliente en mi taza blanca, y la mesa de la cocina ya no gira.

Tracy Chapman amortigua el zumbar habitual de mis oídos, crónicos enfermos de la sociedad. Me acuerdo de Margaret, de lo mucho que charlamos este verano, de que me debe un mail. Me acuerdo de mis otras muchas locas, cuerdas que cuelgan con los cabos de colores desde mi cielo, que me sujetan cuando hago un amago de caída. Y siempre es broma, no hace falta repetirlo. Me acuerdo de esas sonrisas lúcidas estrellando antirutinas contra los muros, dardos contra el horizonte de lo distinto, desmembrando frases sacadas de un tiesto, palabras que hacen descascarillarse los restos de esqueleto que me queda en momentos ridículos, esos que tú y yo sabemos.

Me acuerdo, y a menudo intenso, de esas brujas de colores que me lanzan cuerdas desde sus guaridas.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Fractales de la muerte




Instantes de luz, aire fresco en el pasillo, aire…fresco.

Espacio y tiempo fundidos en un universo de conclusiones susurradas,
aliento entrecortado que huele a vínculo,
atlas del destello estelar,
constelación del vínculo que huele a muerte en el instante que la luz ilumina.

Ubicuidad lacrimógena,
lágrima ubicua sin sonidos,
eternidad acongojada en el mapa de la blanca pestaña,
pinceladas de Van Gogh en los pómulos, al otro lado,
detrás de la palabra acurrucada,
aguja que atraviesa la piel de un torso y silente caricia de acero y látex,
virutas de agua emancipando el alma.

Dos manos sobre una huesuda mano,
salvoconducto del quédate que no te vayas,
grito entre tres manos sin hueco que te quedes,
sobre una mano grito dos huesuda resistiendo rosario,
cuentas de aire,
inspiración del verbo oxigenado,
huracán que atrapa la parcela de tierra ocupada por el hombre,
expiración,
hidrógeno entre los dedos y gotas de agua atravesando un verso.

Formas de luz invertida,
cueva recoveco
y años de vejez
y curvas llueven mientras se dibuja un esqueleto,
un susurro constante, cascada, fractales de tiempo,
arena del alma desierta,
concubina en el oído,
pasos, posos de café,
geografía de la flaqueza humana,
inercia del mundo enroscada a un cuerpo,
cañas y barro y forma de luz inferida,
llueven curvas y se va dibujando un esqueleto susurro constante,
arte del fractal melancólico,
pasos, posos de café,
consecución de lo propio impregnado de lo ajeno,
ruido visual y cañas y barro,
telaraña de ira,
acueducto de recuerdos fractales,
desnudos pies al aire del silencio ubicuo,
pinceladas de Van Gogh en los pómulos al otro lado,
constelación del vínculo que huele a muerte
en el instante que la luz ilumina.

Carmen Megias

martes, 1 de septiembre de 2009

Catarsis

La luna sigue viva sobre el mástil,
la luna late,
es única luz de un pecho
y hay lágrimas en estado de hibernación.
Queda todo tan destruido y tan lejos,
queda todo tan extraño
como extirpar el órgano vital más grande
y dejarlo desangrar
sobre el alféizar de la casa de campo.

Es cíclico,
la luna está viva
la luna sobre el cielo,
la luna crece decrece se muere
y rabiosa nace otra vez para ocupar su lugar en lo último.
No es más extraño ni más sencillo ni más doloroso,
es extirpar el órgano y dejarlo desangrar
sobre el alféizar de la casa,
paraíso con goteras en instantes concretos de techo.