Quise decir que en la voz se van callando los gritos
en que el alma corrompe los peldaños de la luna,
que si me acuesto o no me acuesto será en cada cicatriz de tus heridas,
que mastico sal por las mañanas
y al endulzarse la boca trago bocanadas de aire.
Que si me invitas a subir te ahorraré en gastos de peleas
y seré la llave para la cerradura y con sólo abrir un poco…
una estancia multicolor y los adoquines esperando en la sala.
Quise contar al sol unas mentiras…
las cuerdas de garganta enmudecieron
y unas sílabas en corcheas rojas en el cielo
abatieron la noche y me pusieron alas en guantes de cornisas y tejados.
Y volé, cementerio donde moran las palabras viejas,
las que nunca dije o te dijeron las que sólo pronuncias cuando estás muerto.
Quise decir que me ahogo, en cada una de las hebillas de tu piel,
al inhalar la boca de tus besos y me embriago, al escuchar la voz,
hombre que calla y gime cuando nadie más escucha.
Que yo soy la manzana de la que nunca pudiste probar bocado
y el gusano mueve la cola y se retira.
Pero ahora en esta comezón, te maldigo, porque eres hombre y sapo,
la otra cara del cristal, el reverso de los enfados y eres palabra y aire.
Y eres voz que canturrea en los soplos de la brisa
y me desvistes en el silencio
y entre las alas de un pájaro y el aire no se mueve
ni se escucha el desgañitar de las cuerdas.
Y pinto tus manos en las alfombras de mi cuarto,
y los violines se adentran en los hemisferios de la locura.
Eres árbol y yo la rama donde sostengo al pájaro que tiembla y que se mece envalentonado por la manzana que reposa entre las hojas.
Quise decir que te espero en el envite de las olas
y en unas playas de sal, y en los charcos y en el cristal y en los aguaceros sin paracaídas. Decir quise que al respirar me duele tan adentro que pierdo
el norte,
y el sur,
y una herida con la crisma hacia arriba
y un dulce picor que escuece
hacia abajo
y me lloran los ojos en paralelos torpes de la mañana.
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3 comentarios:
Puedes decir cuanto quieras, Natalia, tu voz se abrirá granada y quedará impresa por siempre para todas.
Un beso.
María
Gracias, María. Por tus palabras y por habernos abierto la puerta para que en este rincón de palabras vayamos dejando nuestro poso de caricias y poesía.
Un beso,
Natalia
Obrera incansable del verbo, sigue diciendo Natalia, sigue diciendonos...
2009 besos
Mabel Valero
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