Te tumbas de costado y mi almohada. Me dejo caer sobre el borde de la cama y te miro que miras mi reflejo y no lo sabes, entornas los ojos, humedezco con la lengua mi dedo anular y la cremallera baja. Te miro en el reflejo y me miras. Escondes la sonrisa en el cubre que dobla tu lienzo bajo su mejilla y suspiras, hago como que no te escucho, hago como que siempre ha sido, hago que me he sacado las botas sola. Te miro de soslayo e insinúo un detalle de dolor al girar la cabeza y preguntarte. Te pregunto no sé qué cosa y me desdibujo de frente otra vez, te regalo la sombra de mi tronco, y te huyo de cara. Retiro el cansancio de una manera no disimulada y acaricio varias formas de cadera. Te miro en el reflejo de la ventana y no sabes que lo hago, y miras y sonríes y me intuyes y me dejas en pausa. Descubro mi espalda y sacudo la cabeza entonando la columna con intencionalidad.
El mentón se tiñe de orgullo y no lo has visto.
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