La carne duele en el lado izquierdo de lo humano,
en el lóbulo que dispara el pulso al disfraz,
la carne grita los extremos de su alcohólico abanico
y es péndulo vacilante en la frente de un ciego,
la carne escuece cuando se abre de par en par.
La carne escupe las iras por la nalga,
por las pupilas dilatadas bebe sal,
se estremece en la garganta y parte la traquea para absorber oxígeno.
La carne palpita día sí día no sangre tupida,
como una alfombra,
como una lengua de vaca inmensa llena de carne.
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1 comentario:
Cuando sólo somos carne, qué herida no tendrá su guerra preparada, cuánto sangran ellas hasta confortarnos.
Siempre encuentra su camino, la carne siempre es lo que nos muestra; herida incierta, apetito y tiempo.
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