martes, 3 de marzo de 2009

Terquedad y planeta tierra

Viene pisando hombres la terquedad superlativa,
viene pi hombre san que vas pisando,
vertiendo agua en su totalidad pitagórica
apretando las costillas terca,
viene, pisando vidas la terquedad,
construyendo murallas entre sus ojos y los tuyos viene,
afilada, embustera… creando silencios esdrújulos,
camina humo terquedad por las pupilas,
cumbre del pensamiento laberíntico
que miliciano zarpa,
bucea, extirpa, se relame terquedad en su laberinto,
ciclo de caminos humanos inviables,
ortiga del querer, sacrilegio de lo obtuso en sus cimientos,
gemido del animal derrotado, aire en falta.
Echa de menos la concordancia y afila sus colmillos
construyendo un monumento de lo terco,
lo inconcluso, invisibles de este mundo
retorcido, vencido en la palabra,
la verdad a contra tiempo y tempo de un poema,
revivir de las especies nunca, de los escarabajos siempre
tentando el paseo de mañana prostituta,
los diez grados de paciencia del hombre degradado,
diez grados, nueve nieve, ocho siete y breve viene
la terquedad obstinada en seis,
comiendo del cinco y vendo piedras,
sedentaria, exquisita está cazando esquinas,
torpe, extirpa del Quijote el caballero del Sancho leal,
lee dulce dulcinea el periódico del día
y agua y mejillas rosadas,
rosa y dulcinea llora mientras relincha rocinante,
y roza la violencia de género tinta, sobre papel gris,
se vicia el sexo de terquedad y miedo,
se vicia el hombre de penuria y la mujer grita
magullada triste, miel para la herida
martillo con que derribar el muro de la ausencia,
aupar la duda del indeciso, rematar el cuerpo de la fémina
que deshace su sexo en un ovillo de olvido laberinto terco de la vida.

Carmen Megias

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