Instantes de luz, aire fresco en el pasillo, aire…fresco.
Espacio y tiempo fundidos en un universo de conclusiones susurradas,
aliento entrecortado que huele a vínculo,
atlas del destello estelar,
constelación del vínculo que huele a muerte en el instante que la luz ilumina.
Ubicuidad lacrimógena,
lágrima ubicua sin sonidos,
eternidad acongojada en el mapa de la blanca pestaña,
pinceladas de Van Gogh en los pómulos, al otro lado,
detrás de la palabra acurrucada,
aguja que atraviesa la piel de un torso y silente caricia de acero y látex,
virutas de agua emancipando el alma.
Dos manos sobre una huesuda mano,
salvoconducto del quédate que no te vayas,
grito entre tres manos sin hueco que te quedes,
sobre una mano grito dos huesuda resistiendo rosario,
cuentas de aire,
inspiración del verbo oxigenado,
huracán que atrapa la parcela de tierra ocupada por el hombre,
expiración,
hidrógeno entre los dedos y gotas de agua atravesando un verso.
Formas de luz invertida,
cueva recoveco
y años de vejez
y curvas llueven mientras se dibuja un esqueleto,
un susurro constante, cascada, fractales de tiempo,
arena del alma desierta,
concubina en el oído,
pasos, posos de café,
geografía de la flaqueza humana,
inercia del mundo enroscada a un cuerpo,
cañas y barro y forma de luz inferida,
llueven curvas y se va dibujando un esqueleto susurro constante,
arte del fractal melancólico,
pasos, posos de café,
consecución de lo propio impregnado de lo ajeno,
ruido visual y cañas y barro,
telaraña de ira,
acueducto de recuerdos fractales,
desnudos pies al aire del silencio ubicuo,
pinceladas de Van Gogh en los pómulos al otro lado,
constelación del vínculo que huele a muerte
en el instante que la luz ilumina.
Carmen Megias