sábado, 15 de agosto de 2009

Vínculos: la voz y la muerte

Canto de muñeca perenne, a través de un aparato inmundo escucho el canto y lloro en silencio, una mosca ronda el té a medio beber, mosca lenta que me ronda aunque la espante, trata de descender por la taza, huele a rooibos y a miel, escucho la voz de la muñeca, el canto se introduce en el pecho de mi cuerpo, un cuerpo extraño que me transporta sin sentido del ritmo, vuelve la mosca y parada yo en el cuerpo estiro la mano para espantarla dejándome llevar al lugar donde la muñeca sobrevive, y el cuerpo se cansa y decrece a una tarde de amaneceres muertos, a una vida que la transporta, que decrece y que sólo a veces recobra algo de ritmo en estos tiempos.

Va pesando más profundo el esqueleto, el esqueleto de la vida ronda el té de rooibos y la dulzura se calza el cuerpo en su decrecimiento, le salen alas, le ronda pesando profundo un alubión de recuerdos adheridos al esqueleto pesado que perdura.

Leo un libro negro dibujado en mariposa, en cuerpos decrecientes, tiempo crece inexpugnable en el atardecer de una muñeca congelada, estremecida ante un canto, un ritmo en sus silencios, un corazón arrasado y recompuesto que tiene cosas que decir sobre la muerte, el día que moristeis y el día que moriremos se atraganta, no permite escribir ni leer fácilmente, el tiempo parapléjico amamanta las ganas de respirar invertidas en el esternón de la palabra, del libro negro, de la fase aplacada del ciclo último, bebo de la dulzura ojos de té del cuerpo que me creo pequeña y fuerte, bebo sin poder respirar, de dos redondísimos ojos.

Carmen

1 comentario:

Eva Gaos dijo...

Leo de las alas más negras de tu mariposa, las de aquel poeta que metio las narices en los huecos y oyó aleteos y letras entre lunas de panddereta escucho lagrimas sin origen, del esqueleto vital que llamamos muerte emanaban las gotas letrosas y nada...